Artigo de "Clarin"
En el Monumental, terminaron 2-2 con un gol de Zanni en el último minuto. La visita ganaba por un tanto de Bottino, pero el local lo dio vuelta a través de Cavenaghi y Villalva. El equipo de Almeyda quedó a dos puntos del líder Central y si mañana gana Instituto lo alcanzará en la tabla.
River dejó escapar una victoria que mereció largamente porque fue un equipo por demás ingenuo justo cuando el campeonato no permite ese tipo de concesiones. Había dado vuelta el marcador con paciencia y con argumentos futbolísticos, pero en tiempo de descuento cometió dos errores conceptuales que le amargaron la noche y lo expusieron a la posibilidad de que Instituto lo alcance en el segundo puesto si hoy le gana a Almirante Brown. Primero, Alejandro Domínguez perdió una pelota por indolente y posibilitó que Guillermo Brown armara un contraataque letal cuando el equipo de Puerto Madryn parecía resignado a la derrota. Y, luego, todo River se expuso infantilmente en defensa, quedando mal parado y permitiendo que Walter Aciar encabezara la réplica con sabiduría y que Hernán Zanni definiera con toda la calidad posible para ese 2-2 que dejó al Monumental lleno de impotencia y de estupor.
River dejó la punta en manos de Central porque fue un equipo bipolar. Por un lado, generó doce situaciones claras de gol sin contar el tiro libre que Cavenaghi clavó en un ángulo para el 1-1 parcial ni el cabezazo de Daniel Villalva que le daba el triunfo cuando al partido le quedaban apenas doce minutos. Y, por el otro, porque no logra tomar conciencia de que el aspecto defensivo no es una cuestión secundaria sino todo lo contrario: ofreció todas las libertades posibles en la jugada del sorpresivo 1-0 que armaron entre Diego Giménez y Bottino, quien definió de manera brillante, y después quedó mal parado no sólo en la jugada del empate sino también en un par de acciones que le podrían haber costado una derrota. Por caso, ese mano a mano que Diego Giménez tiró afuera ante la salida de Vega.
Guillermo Brown vino a jugarle con el único planteo razonable si se repara en la diferencia de jerarquía individual entre un equipo y otro: a esperar lo más lejos posible de su arco y tratar de lastimar de contra o de pelota parada. De a ratos logró pararse sin quedar apretado contra su área y en otros momentos terminó armando una trinchera masiva cerquita de Sebastián Pereyra, uno de los principales sostenes de la igualdad con cuatro atajadas clave. Y tuvo inteligencia para aprovechar la endeblez de River por el costado izquierdo de su defensa, allí por donde llegaron los dos goles visitantes.
River no se desesperó casi nunca en la búsqueda, más allá de que por momentos le faltó claridad para encontrar los huecos por donde herir al rival. El Chori Domínguez le aportó desequilibrio cuando entró por Vella en el arranque del segundo tiempo y River quedó parado con un dibujo táctico 3-4-3. Filoso para gambetear cerca del área adversaria, allí donde más duele, Domínguez contribuyó para que River remontara el resultado. Eso sí: no pareció conveniente que Almeyda lo sacara de la punta derecha y lo mandara cerquita de Ponzio cuando Rogelio Funes Mori entró por Cirigliano.
Más allá de sus fragilidades y pecados, quedó ratificado que River atraviesa un momento de la historia en el que nada parece salirle bien. Si le faltó que Walter García transformara en gol ese tiro desde su propio campo que se fue apenas alto para que su gente terminara de sentirse víctima de un conjuro maléfico e interminable